En ocasiones suceden acontecimientos que, por circunstancias, te llevan a visitar lugares insospechados, conocer a personas inesperadas o aprender lecciones increíbles. Esto es lo que le pasó a Adrián Valiente, CEO de Calmo Agency, en su primer viaje a Guatemala. A continuación, nos responderá a algunas preguntas clave que revelan su experiencia como voluntario en Guatemala y cómo esta influyó en su visión del diseño.
¿Quién es la persona detrás de esta historia?
Idalia Mayorga es una madre de 4 hijos que reside a las afueras de Quetzaltenango, la segunda ciudad más importante de Guatemala. A pesar de que las estadísticas no le auguraban un futuro tan prometedor, doña Idalia, con su espíritu luchador y con mucho trabajo, consiguió hacer sus sueños realidad.
Aunque su pasión era la gastronomía, doña Idalia empezó a trabajar como conductora del autobús escolar de su zona. Sin embargo, con intención de perseguir su sueño, comenzó a preparar por su cuenta desayunos y almuerzos para los trabajadores de los alrededores. Poco a poco iba consiguiendo más clientes a medida que su fama aumentaba por sus grandes dotes culinarias, y por eso decidió abandonar su trabajo de conductora para dedicarse a la restauración a tiempo completo. A raíz de esta decisión, doña Idalia entró en contacto con la fundación guatemalteca FUNDAP para conseguir un microcrédito que le permitió alquilar un local y abrir su pequeño restaurante, al que llamó “El Shadday”, que en español significa “Dios proveerá”.
Como su nuevo negocio no dejaba de crecer, desde FUNDAP le ofrecieron participar en el proyecto MBA (Mujeres Buscando Alternativas) de su programa de educación, donde se enseña a microempresarios cómo gestionar un negocio. Así fue como, durante 3 años de formación, fue mejorando sus habilidades como gerente de su nuevo restaurante, hasta convertirse a día de hoy en una microempresaria de éxito.
¿Qué circunstancias te llevaron a conocerla?
Gracias a una beca de cooperación que me concedieron a través de la universidad en 2015, pude pasar 3 meses en Guatemala colaborando con FUNDAP en proyectos de diseño gráfico y comunicación, y más concretamente mi tarea fue el rediseño de materiales didácticos para los programas de educación y salud.
Durante los primeros días tuve la oportunidad de visitar otros proyectos de la fundación para conocer desde dentro la labor de FUNDAP en el occidente del país. Recuerdo muy bien esos días, porque lo primero que piensas cuando visitas tantos proyectos y conoces a tantas personas es: ¿qué puedo aportar yo? Uno de estos días, Gladys (en esos momentos, técnico del proyecto MBA) me llevó a visitar algunos negocios, hasta llegar al modesto restaurante de doña Idalia.
Por fin tenía algo que aportar: en ese momento ella tenía la tarea de mejorar la imagen de su local, organizarlo, pintarlo… Por eso aprovechó mi presencia para ver qué ideas y consejos podía aportar. Lo que empezó siendo una simple visita a un proyecto de la fundación, acabó convirtiéndose en una bonita amistad tanto con Gladys -y Dina, la coordinadora del proyecto-, como con doña Idalia, quien marcó un antes y un después en mi etapa profesional.
Tras presentar la propuesta de una marca renovada y una paleta de colores corporativos para pintar las paredes, enseguida nos pusimos manos a la obra. Con recursos “Do It Yourself”, y aprovechando todos los materiales de los que disponíamos, Gladys, Dina, Alba y Mireia -dos voluntarias de FUNDAP-, doña Idalia, su familia y yo pasamos tardes pintando, construyendo cajas, cortando piezas de madera, y disfrutando cada noche de deliciosas cenas.
Después de dos semanas de arduo trabajo, doña Idalia reinauguró el local. Con el rediseño propuesto, convertimos el aspecto apagado del local en un restaurante decorado acorde al carácter de la dueña, aportando personalidad a su marca. Tras la inauguración, los datos que se registraron fueron muy gratificantes: en pocos días, doña Idalia logró duplicar sus ventas de lunes a jueves y, durante los fines de semana, las triplicó.
¿Cómo ha crecido doña Idalia profesionalmente desde 2015?
Desde que abrió su negocio y tras la primera transformación, su clientela no ha dejado de crecer. A parte de trabajar todos los días en “El Shadday”, doña Idalia ha logrado ampliar sus servicios como chef para el cáterin de bodas y eventos. Además, a través de su formación en los centros técnicos de FUNDAP y por su enorme talento en la cocina, doña Idalia fue premiada con unas prácticas de dos meses en uno de los mejores restaurantes de la capital.
En 2016 volví a Guatemala y, tras ir a visitarles de nuevo, planteamos y llevamos a cabo un segundo rediseño del local, complementando los aspectos a mejorar del primer año. A día de hoy, doña Idalia y su familia se plantean alquilar un nuevo local más grande en el centro de Quetzaltenango para que su cocina llegue todavía a más gente.
La receta que llevó a doña Idalia a convertirse en una microempresaria de éxito fueron las 3 cucharadas de esfuerzo, una por cada año de formación en el proyecto MBA de FUNDAP, donde aprendió a gestionar y optimizar su pequeño negocio; 2 cucharadas de emprendimiento, una por el valor de tomar la decisión de abrir el restaurante y otra por la constancia que supone reinventarse y querer mejorar cada día; y, por último, la pizca de diseño que ayudó a mejorar la imagen de la marca y el ambiente del restaurante. En el caso de doña Idalia, el éxito de su negocio lo aportó ella con sus recetas y su servicio, y el diseño ayudó a fidelizar a los clientes que ya frecuentaban el local y que gente nueva lo visitara. Es muy gratificante ver cómo el diseño puede incidir en la vida de alguien, y más cuando esa persona aprovecha al máximo el trabajo realizado esforzándose todos los días en crecer tanto personal como profesionalmente.